lunes, 18 de marzo de 2019

"Candente horror", febrero de 1936, en Nueva Cultura. Juan Gil-Albert



Candente horror de Juan Gil-Albert no lleva el titulo de prólogo ni numeración de los 18 poemas surrealisas, por ello se han puesto entre cochete. Posiblemento con influencia de Residencia en la tierra de Pablo Neruda, y por Walt Whitman.




                                                           [PRÓLOGO]

Mi pezuña fresca, mi incipiente borceguí como de laminadas hojas de cobalto, puso sobre la tierra vigorosa este entumecido paso de buey calzado de oro que los pastizales regresa por el temor. Por el temor y la ignorancia que alienta en sí mismo, porque el mundo está incrustado en su silencio, y las voces de los hombres, las múltiples, las confusas, los oleajes de palabras: Contradictorias que resuenan sus encrespadas salivas o sus arrullos de noche eterna con ese corazón de agua que se escucha al dormirnos, me impiden vigilar más atento qué es lo que pasa aquí, qué sean estas duras bellezas que se callan, siendo así que descubro desde lejos acometerse monstruos, detrás de ese velo pintado donde el amanecer cada día se comba. Sí, camaradas que llegasteis, dignidad desnuda que resonó en mi pe­cho, donde ahora el boscaje solitario deja pasar esa verdad terrible que me habéis dado, ese panorama que logra otearse desde las alturas de vuestra boca firme.

(De la Confesión a tres jóvenes comunistas.) *


* José Bueno, Juan Miguel Romá (muerto recientemente) y Juarrino Renau, redactores de la revista «Nueva Cultura».
 Nota de Manuel Aznar Soler edición de 1988.










[I]
CULTURA ESTALLANTE


    Ve al puerto, ocupa un paquebote ven huido, y llégate
           al jardín
donde se extingue el mundo como un soplo,
donde la peña es el adiós, y el tardo viento pasa con­-
movido
este postrado día.
Llega, veloz depositario de los remeros brazos,
 actuante candil que persiste.
Se hace imposible ya no morir con un asco de rabia,
con un furioso vendaval que se desata,
 golpeando con la feroz saliva del instinto
las caras rasuradas de estos monstruos.
 Llega, que necesito leerte,
separar las palmeras de tu oasis, de mi sed invencible,
con un miedo a que acaso ya apeste tu cuerpo,
como el polvorín de la ciencia,
como ese buitre enfermo que el arte empapuza,
como la razón cuyos festines de cadáveres
hincha esta sociedad enloquecida,
un pasear de horda en automóvil.
Apórtame el refugio donde sólo un momento abandone
mi disparo de liebre,
porque hoy como nunca, necesito saber si es el hombre
   caliente emboscada
o ese túnel perdido donde la luz apunta.


La periodista Cristina Martínez de Información, nuevo directora del Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert

  Cristina Martínez, nueva directora del Instituto Gil-Albert ...